Un hombre me persigue desde que tengo memoria, y entre más se aleja de mí su imagen se esclarece. Todavía no tengo la certeza de que sea un hombre —después de todo ¿qué es un hombre? —, pero encaja perfectamente con la categoría que me han enseñado.

Este aparente hombre me educó,
me formó como persona,
me mostró como vestir y existir sin mi consentimiento,
me lo ha restregado en la cara como si nada,
me lo ha impuesto,
me ha obligado a ser,
me ha penetrado y colonizado.